Gotas de invierno

Sin embargo a veces el tiempo (a pesar de todo) de todas formas duele, y, disfrazado de días, meses, horas, eternas milésimas de segundos, nos entretiene. Nos aburre, persigue, nos pierde (con todo lo que ello implica) y nos encuentra.
Tal vez con los sueños acalambrados; inmóviles.Quizás entonando alguna que otra melodía desafinada, tal vez acertando. A veces abrazado a ese retazo de cielo rosado que nos mira de reojo, despidiendo a un sol pálido, susurrando entre sí un sarcástico “hasta mañana”.
Es el día que, agotado, se da por vencido y acompañado del viento se da a la fuga dejando sus secuelas diarias...cada vez tornándose más oscuro cada vez más de luto, gris, como si hubiera lastimado a alguien pero, a su vez, demasiado tranquilo con la prisa de un caracol triste.
...Triste.
Con una tregua aproximándose y de fondo un silencio a todo volumen (esos que nadie quiere oír) me sorprende la noche...
La brisa nocturna amaga con acariciarme pero se olvida que ya no es primavera.
Se olvida nuevamente que el mar está lejos aunque cada tanto me lo recuerde inconcientemente.
Hace frío. La ciudad es un cementerio de hojas. Hace frío...me lo confirman sus ojos.
Poseído por el malhumor me encierro en mi mismo pensando, Buscando respuestas, soluciones o explicaciones que probablemente no existan o por lo menos no por el momento. Decido salirme de mí pero se me dificulta.
El miedo como siempre tan oportuno llega con su vejez e insiste en abrazarme; me hace compañía, pero luego se marcha amenazando con volver. Paralelamente allí afuera los árboles tiritan por el frío y la lluvia inocente roza los vidrios destiñendo los restos del día, haciendo aún más triste la noche...aún más triste.