Pienso, luego escribo.

El ciclo de las palabras




Porque las palabras (al igual que los abrazos) se me van de las manos.
Inevitablemente se escapan como reos amotinados, crueles y sensibles a la vez.
Ése conjunto de letras insignificantes se emancipan de mi persona donde alguna vez bailaron, juguetearon, soñaron...
Sin embargo son arrancadas por una fuerza, una inercia fantasmagórica y exorcisante que dudo algún día comprenderé.
Hay quienes sospechan terriblemente que es una cuestión de herencia.
Mera genética.
Algún otro sostiene que la culpa la tiene un paquete (o varios) que asume de sopa y que su contenido abcdarífico es la simple razón que lo causa.
Lo cual no es irrefutable, simplemente me limitaré a discutir tal teoría de Joaquín que esta rozando los 7 años.
Hay quienes ni por casualidad se detienen a observar el ciclo en cuestion.
E inconsientemente escupen las palabras, las liberan, las pronuncian en forma delicada y cuidadosa.
Por otro lado un grupo no tan selecto para no dejarlas ir por completo las dejan reposar entre sus pestañas, o en su defecto lo hacen desde las pupilas barnizadas, pero es lo mismo.
En mi caso personal por ejemplo utilizo casi todas las técnicas antes mencionadas, no obstante opto por el silencio, que no es para menos.
Y esas palabras finitas se me escapan de las manos (como los abrazos) y toman forma escrita, se atropellan hasta mis falanges timidos y en el cuerpo de un relato, historia, frase o lo que te parezca se derraman hasta que son absorbidas por el barniz  de tus ojos en este preciso momento.


¿por qué escribís?